...porque me hicieron creer que lo era o porque yo decidí creerlo.
Esto podría parecer una elusión de responsabilidades y que me acoplo al discurso de que mis fracasos son culpa del sistema, de la sociedad o del vecino, y no, no es esta la idea en la que me quiero posicionar. Creo que como dice la frase de Ortega y Gasset:
“Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”
A esta frase podríamos darle muchas vueltas y podríamos debatir muchas opiniones, pero como para eso tendré que esperar a leer vuestros mensajes voy al grueso de lo que quiero hablar hoy.
¡Al lío!
Ya voy George, ya voy, estaba haciendo mi introducción, cagaprisas, que eres un cagaprisas....
¿FUI UN MAL ESTUDIANTE...
¿Porque me hicieron creer que lo era, o porque yo decidí creerlo?
Hagamos un viaje al pasado. Concretamente a los tiempos del instituto, que es de lo que vamos a hablar hoy.
Muchas y muchos nos hemos enfrentado al peso de las expectativas, a que nos encasillen en una etiqueta o a que nos prejuzguen. Todos conocemos frases como "soy malo en matemáticas" "a mí eso no se me da bien" o "yo no valgo para estudiar". Yo me aplicaba "unas cuantas de ese estilo" después de que algunos profesores me colgasen la etiqueta de mal estudiante. Un fantasma que me ha perseguido en toda mi etapa educativa. Y seamos realistas, no soy ningún erudito, y tengo un tempo de aprendizaje que podríamos denominar "adagio", vamos, lento de coj****. Necesito repetir mucho las cosas para asimilarlas... pero maldita sea al final lo hago. Creo que nunca seré un estudiante modelo, pero puedo comunicarme en casi cuatro idiomas y me he sacado una carrera llegando a compaginarla incluso con tres trabajos a la vez en algún momento. Y a pesar de los altibajos, el descontrol de agenda, tener que rebajar algunas expectativas, alargar un año la carrera, renunciar a planes y por supuesto cagarla, cagarla mucho y muy bien... bueno...a pesar de eso...sigo vivo.
Por otra parte, durante los últimos meses he comprobado (seguramente al igual que muchos de vosotros) que tengo una curiosidad más grande de lo que creía. He leído sobre filosofía, psicología, pedagogía, política o sobre la historia de los judíos sefardís... vamos que el aburrimiento despierta la curiosidad, es un hecho.
El caso es que para ser tan mal estudiante... me han surgido muchas inquietudes más o menos "académicas" que pocos profesores (por suerte algunos) se encargaron de alimentar. Recibí pocas preguntas y muchas recomendaciones, entre ellas la de dejar el instituto. Ui...esto huele a titular sensacionalista... lo repito en grande... (leedlo con voz de Gloria Serra)
Recibí pocas preguntas y muchas recomendaciones, entre ellas la de dejar el instituto.
Por suerte siempre te encuentras en el camino con docentes maravillosos que te insuflan algo de confianza para poder seguir adelante, y esos pequeños empujones te ayudan a ir avanzando poco a poco.
Un profesor de latín que te abre el horizonte a querer comprender otras lenguas, un profesor de historia que (en lugar de sentarse a leerte el tema seis o mandarte hacer los ejercicios de la página 47 mientras lee el periódico) te hace vivir la historia y reflexionar sobre ella y te cuenta lo que no está en los libros, o un profesor de filosofía que te hace poner en jaque toda tu forma de pensamiento.
De verdad, gracias a todos estos profesores y profesoras que aman lo que hacen y transmiten esa pasión al alumno.
Podría enrollarme y contar año tras año todos mis traumas infantiles y adolescentes pero esto no es una consulta de psicología así que... demos un pequeño flashforward o salto en el tiempo.
Vale, situémonos. Acabo a duras penas el instituto y luego empiezo a estudiar artes escénicas...un año, dos, tres, cuatro...finalmente llego al final de la carrera, tras toda la montaña rusa que puede suponer estudiar arte dramático (algo de lo cual también hablaré en otra entrada) y me encuentro en una situación particular...que es la misma que hemos vivido todos este 2020.
El confinamiento. Así que aquí estoy. En mi casa encerrado con mi compañero de piso y mi trabajo final de estudios. Un trabajo de investigación e intervención, un trabajo académico que además pretendía ser útil para el resto de mis compañeras y compañeros. Es decir: "El mal estudiante intentando ayudar a otros estudiantes"
Alerta spoiler: Rocé el sobresaliente. Escribí un trabajo de 137 páginas, y no, no era paja. No me malinterpretéis, no me quiero tirar flores, probablemente tú, si tú, el que me está leyendo, probablemente puedas hacer algo infinitamente mejor. Lo creo de verdad. Y justo en esta creencia, está "el kit de la cuestión" de lo que quiero compartir hoy. Pude conseguir llevar a cabo ese trabajo porque confiaron en mí más de lo que yo mismo fui capaz de hacerlo. Hasta que finalmente comprendí que a lo mejor... no era tan mal estudiante o no tenía por que serlo.
Creo que a menudo vemos los errores como algo que nos define para siempre y olvidamos constantemente que no es así. Ojalá haber encontrado durante toda mi etapa académica profesores y personas tan excepcionales como las que me encontré durante mi formación en la ESADg. Profesoras y profesores que despertaban tu curiosidad y que te invitaban a probar, a equivocarte y a cuestionarte todo, más allá de lo aprendido sobre las artes escénicas, este tipo de docentes te enseñan a relacionarte con la vida y con el mundo que te rodea.
Este tipo de docentes te enseñan a relacionarte con la vida y con el mundo que te rodea.
Esto es algo que debería servir de reflexión a algunos de mis profesores de secundaria, muchos de los cuales admiro y amo con locura y a otros... bueno...les otorgo algo que ellos nunca me ofrecieron: La confianza de poder aprender y mejorar. #Zascaconstructivo
Creo firmemente que las expectativas influyen en los alumnos, que si tratas a un alumno como si pudiese sorprenderte cada día, terminará haciéndolo. Si por el contrario le cuelgas la etiqueta de mal estudiante, ten por seguro que salvo que tenga una autoestima férrea e indestructible, terminará siendo un mal estudiante...ya sé que con esto no estoy descubriendo la pólvora.
Todo lo anterior hace referencia al condicionamiento psicológico, la profecía autocumplida o el llamado Efecto Pigmalión o efecto Rosenthal. No soy ni psicólogo, ni físico cuántico, ni tampoco susurrador de caballos. Pero creo que es evidente que si te repites (o te repiten) a todas horas algo, acabarás asumiéndolo de forma consciente o subconsciente como una verdad absoluta. Y esto está demostrado desde los años 60 a partir de un experimento realizado por el tal Rosenthal.
El experimento consistía en realizar un examen para medir el coeficiente y las capacidades de un grupo de alumnos de un instituto de California. En este examen, Rosenthal falsificó los resultados de algunos alumnos dando a entender que estos eran algo así como "superdotados". Estos supuestos "superdotados" repitieron la misma prueba al cabo de un año y...adivinad...aumentaron considerablemente sus resultados reales en comparación con los de sus compañeros. (si queréis saber más sobre esto os dejo un video en el que resumen este experimento en menos de 4 minutos).
https://www.youtube.com/watch?v=_qC8Dtq-BcA No creo que deba ser consejero de nadie, así que en lugar de un consejo me gustaría cerrar esto con una petición tremendamente difícil a todos los que se dedican a la enseñanza ya sean matemáticas, danza, teatro, informática o tantas otras materias.
Arrancad cada clase como si estuvieseis enseñando a los que van a salvar el mundo, como si todos ellos vayan a descubriros algo nuevo que jamás podríais imaginar. A día de hoy me siento afortunado y agradecido por conocer algunos de esos grandes profesores que se desviven cada día por formar a las nuevas generaciones. Y despues de este momento happyflower... sin más dilación me despido y os dejo como siempre el Bonus Track después de la línea.
Un abrazo digital, Yago.
En el Bonus track de hoy...
Os dejo un video que he descubierto hace poco, en el que Mariano Sigman habla sobre nuestra forma de pensamiento y aprendizaje.
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