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Cómo una apuesta absurda me hizo descubrir el amor de mi vida (y no, no es lo que crees)

Actualizado: 13 mar

Hoy es San Valentín.


Día de cenas románticas, flores, bombones y parejas publicando fotos en Instagram con textos tipo “mi persona favorita”.


Si estás soltero, puede que estés hasta el moño de verlo. Y si tienes pareja, a lo mejor ni te habías dado cuenta de que hoy es 14 de febrero hasta que viste este post y ahora estás sudando porque no compraste nada.


Tranquilo, quédate. Esto te interesa tengas o no tengas con quién compartir una caja de bombones hoy.


Voy a contarte cómo lo que empezó como una apuesta tonta entre amigos terminó convirtiéndose en la experiencia más transformadora de mi vida.


Y por qué, da igual si estás soltero o en pareja, aprender a disfrutar de la soledad puede salvarte la vida (y la salud mental).


Cómo acabé soltero por tres años (y no, no fue por falta de opciones… eso quiero creer)


Hace tres años, estaba en un barco volviendo de la isla de Ons con unos amigos. Veníamos hablando de ligues, de relaciones y de esa idea tan romántica de que “hay que encontrar a la persona que te complete”.


Yo, por supuesto, negaba ser de esos. Pero la realidad es que he consumido demasiadas comedias románticas y películas Disney (y confesaré que sigue siendo mi “guilty pleasure”)


Total, que en el fondo yo también estaba buscando mi media naranja. Alguien con quien hacer equipo, con quien compartirlo todo, alguien que me diese paz.


Pero entonces, en plena conversación, alguien soltó:

—Tío, ¿y si te quedas soltero tres años?


Risas. Bromas. Pero luego algo en mi dijo:

—¿y si lo hago de verdad y fijo una fecha?.


Y cómo me gustan los retos más que a un gato una caja, acepté.


Tres años sin pareja.



Y en el momento en que marqué la fecha en el calendario, algo en mi cabeza hizo click:

“Cuando llegue ese día, yo no voy a ser la misma persona que soy hoy”.


Y vaya si tenía razón.


Los primeros días de “rehabilitación”


Al principio, fue rarísimo.


No porque necesitase estar en pareja, sino porque la sociedad entera está diseñada para hacerte sentir que si estás solo, algo te falta.


Piénsalo:

• Vas a un restaurante y te dicen “¿mesa para uno?” con cara de lástima.

• Viajas solo y tu madre asume que estás pasando por una crisis.

• En las bodas, te sientan con la tía solterona o con los niños.


Así que el primer reto fue desprogramarme.


Aprender a disfrutar de conocer gente sin pensar en si podría haber “algo más”.

Tener citas sin subtexto.

Hacer planes solo sin que nadie me mirase como si estuviese perdido en la vida.


Y cuando lo conseguí… se me abrió un mundo nuevo.


Las grandes revelaciones (o cómo me convertí en mi propia media naranja)


Lo primero que descubrí es que ser soltero no significa estar incompleto.


Yo, como mucha gente, creía que la felicidad estaba en encontrar “a esa persona que me diese paz”, en “tener un compañero de equipo”, en “sentirme elegido”.


Pero en estos tres años me di cuenta de que la única persona que realmente puede darme estabilidad soy yo mismo.


Y eso implicaba enfrentarme a cosas que había evitado ver durante años:

• Mis inseguridades.

• Mis fortalezas.

• Mis demonios internos.

• Las conversaciones incómodas que nunca había tenido conmigo mismo.


Era como abrir el cajón de los cables que todos tenemos en casa y descubrir que, antes de enchufarle la vida a alguien más, primero hay que ver qué demonios tienes ahí metido.


Y lo mejor de todo: en el proceso, me volví alguien con más confianza, más claridad y mucho menos miedo al rechazo.


Porque cuando aprendes a estar bien contigo mismo, dejas de mendigar validación externa.


Lo que nadie me había dicho sobre las relaciones (románticas o no)


Uno de los mayores cambios fue en cómo me relaciono con los demás.


Antes, sin darme cuenta, daba más peso a las relaciones románticas que a otras conexiones. Porque nos han vendido que “el amor de tu vida” tiene que ser una pareja.


Pero, ¿y si el amor de tu vida es tu mejor amigo? ¿O tu abuela? ¿O un erizo de mar? Por dios si es el último de verdad que sea platónico, bueno y lo de liarte con tu abuela también está feo, lo de tu mejor amigo puede salir bien, muchas de mis ex novias fueron antes…. Oh vaya… vale no, no toques a tu mejor amigo.


El caso es que en estos años aprendí que las relaciones no románticas pueden ser incluso más enriquecedoras, profundas y necesarias que una historia de amor de película.


Y cuando dejas de vivir con esa ansiedad de “encontrar a alguien”, empiezas a disfrutar realmente de todas las conexiones humanas, sin filtros, sin presiones, sin guiones predefinidos.


Y si tienes pareja, esto también te interesa


Porque, sorpresa: aprender a estar solo no es solo para solteros.


Si no sabes estar contigo mismo, es muy probable que en pareja también te sientas solo.


Si necesitas que el otro llene todos tus vacíos, que te entretenga, que te valide, que te haga sentir que vales… amigo, ahí hay un problema.


Las mejores relaciones son entre personas que están bien solas y eligen estar juntas, no entre personas que se necesitan para no derrumbarse.


Así que si tienes pareja, esto sigue aplicando para ti.


Haz planes solo.

Ten tu propio espacio.

Disfruta de tu compañía.


Tu relación (y tu pareja) te lo agradecerán.


Lo que nunca voy a dejar de hacer


Después de esta experiencia, hay tres cosas que van conmigo para siempre:


✅ Tener citas conmigo mismo. (Y sí, a veces hasta me invito a cenar y me pongo romántico y al llegar a casa me hago lo que tú y yo sabemos. Un colacao calentito antes de dormir)

✅ Viajar solo. (Nada como perderse en una ciudad desconocida sin más plan que el que te apetezca en ese momento y por dios que el plan no sea compadecerte de tu soledad).

✅ Disfrutar de mi propio espacio sin culpa. (Porque nadie debería sentirse mal por necesitar estar consigo mismo, si tu único momento a solas es cuando haces caca, algo va mal).



Porque al final, da igual si tienes pareja o no.


La única persona que estará contigo TODA la vida, eres tú mismo.


Así que más vale que te caigas bien.


El reto: haz esto antes de volver a pensar que la soledad es mala


1️⃣ Come solo en un restaurante. Sin móvil. Sin distracciones. Observa a la gente. Escucha tu propia cabeza.

2️⃣ Viaja solo. Aunque sea un día. Aunque sea a un pueblo cercano. Descubre cómo es estar en un sitio sin que nadie te marque el plan.

3️⃣ Escribe un diario de verdad. No para que lo lea nadie. Para que empieces a escuchar lo que realmente piensas.


Si haces esto, te prometo que algo dentro de ti cambiará. O no pero mola saber que estás mejor de lo que estabas antes.


Y cuando eso pase, estarás un paso más cerca del mayor regalo que puedes hacerte en la vida: ser tu mejor compañía.


Feliz San Valentín a todos desde un bar random comiendo un menú del día increíble (aunque el descuento de parejas no me lo han hecho).

 
 
 

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Lo que está entre el pasado y el futuro, es el aprendizaje.

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